jueves, 22 de enero de 2015

FUENTE: VICEMINISTERIO DE COMUNIDADES EDUCATIVAS Y UNION CON EL PUEBLO
EFEMERIDESHOY. 29 DE MAYO. NRO 004

 En el Día del Árbol:
Sembremos de vida nuestro planeta.
El 29 de mayo de 1948, fue declarado el araguaney como Árbol Nacional. Por eso se toma esa fecha para la celebración en Venezuela del Día del Árbol.
Posteriormente, en 1951, el entonces Ministerio de Educación, emite una resolución en la cual se consagra la celebración de la Semana del Árbol, teniendo como Día del Árbol el último domingo de mayo.
Por razones pedagógicas, en nuestro calendario escolar 2013-2014, se retoma el 29 de mayo para realizar actividades promotoras de conciencia acerca de la importancia de la forestación y en homenaje a esos seres vivos que proveen oxígeno y purifican nuestro ambiente.
Aprovechemos esta celebración del Día del Árbol, para recordar que o cuidamos nuestro planeta entre todos y todas o no habrá sobrevivencia para nadie: su contenido es nuestro mayor legado. No permitamos que se pierda.
En 1824, Simón Bolívar desde Pativilca, Perú, escribió a su maestro don Simón Rodríguez:
“Amigo de la naturaleza, venga usted a preguntarle su edad, su vida y su esencia primitivas; usted no ha visto en ese mundo caduco más que las reliquias y los desechos de la próvida Madre: allá está encorvada con el peso de los años, de las enfermedades y del hálito pestífero de los hombres; aquí está doncella, inmaculada, hermosa, adornada por la mano misma del Creador. No, el tacto profano del hombre todavía no ha marchitado sus divinos atractivos, sus gracias maravillosas, sus virtudes intactas”.


Si hace dos siglos atrás, el Libertador hablaba del daño ambiental sufrido por el planeta, imaginemos cuál es el estado actual y qué entregaremos como testigo de una carrera de relevo a las generaciones futuras. A lo largo de la historia de la humanidad, la Tierra ha sido concebida por los pueblos originarios como Madre así como existen infinidad de mitos en los que se le atribuye al árbol una relevante importancia como origen de la vida y custodio cultural. Así, algunos de los nombres dados a la Madre Tierra son Isis, M’ma, Gea, Terra, Pachamama, Cibeles, Áditi, Dana, Amalur, Ñuke Mapu, Atabey. No importando el nombre dado, hay coincidencia universal en el respeto debido. Debemos endurecernos como la piedra en la fidelidad a la protección del planeta y sentir aversión al derrame innecesario de sangre y a la tortura de cualquier ser viviente. Renovemos la decisión de no interponer nuestra absurda versión de desarrollo a las ganas inmensas de multiplicarse que manifiestan los seres vivos. Urge organizarnos para que el medio ambiente sano deje de ser solamente una palabra y garanticemos con el coraje de los cuchillos fríos de las cumbres y la furia embravecida de nuestros ríos su conservación, no como reliquia sino como legado. Que la dignidad alegre nuestra mirada como una estrella recién nacida y la única especie en extinción sea la indiferencia de quien da la espalda y abandona la esperanza escurriéndose por la puerta trasera de la vida. Tengamos coherencia ética que nos anime a no desperdiciar ni el más mínimo de los recursos disponibles. Aprendamos a no tener una perspectiva antropocéntrica; que las flores no son sólo alegría, los animales mascotas, el aire llena nuestros pulmones, los frutos nos alimentan, el agua nos hidrata y por eso son necesarios, sino que son seres valiosos en sí mismos. Dediquemos nuestro tesonero trabajo diario a promover, garantizar, defender y educar en valores ecológicos.

Desde el Ministerio del Poder Popular para la Educación te invitamos a celebrar el Día del Árbol . Para ello sugerimos realizar junto a los y las estudiantes las siguientes actividades:
1. Descarga el video de Youtube del poema «Si la tierra tierra fuera» del escritor falconiano Guillermo de León Calles, musicalizado por Iván Pérez Rossi e interpretado por Serenata Guayanesa. Preséntalo en el aula, analiza la letra con tu grupo y practíquenlo hasta cantarlo fluidamente. https://www.youtube.com/watch?v=gbM3nl7dCgc También puedes ver los acordes para cuatro en http://micuatro.com/acordes/2010/03/si-la-tierra-tierra-fuera/ 2. Lee el mito del Árbol Ceiba (Pijlímisi) propio del pueblo Warekena y organiza una dramatización para ser representada en el «Espacio Escénico» más cercano a tu centro educativo según las instrucciones del coordinador o coordinadora de Cultura de tu Zona Educativa. 3. Así como el araguaney es el Árbol Nacional, cada estado de Venezuela tiene su árbol emblemático. Organiza pequeños grupos para investigar cuál es el árbol propio de cada estado y realizar una galería de fotos o dibujos con los 23 árboles o plantas.

El Árbol de Ceiba Pijlímisi El pueblo warekena es de la etnia arawaka. Su territorio ancestral está ubicado en el estado Amazonas, cerca de Puerto Ayacucho. Es un pueblo que está en riesgo de perder sus saberes y su lengua. Por eso es muy importante que todos y todas conozcamos su cultura para revitalizarla. Cuentan los ancianos y ancianas warekena que sus costumbres estaban a punto de acabarse. Entonces, el Mariri, el Creador, sembró un árbol de ceiba en el río Kawirima, un afluente del río Siapa, tributario del Brazo Casiquiare y lo convirtió en mujer. La semilla de la ceiba está cubierta con una pelusa que con ayuda del viento vuela y permite que el árbol se multiplique por el mundo entero. Es en los brazos de del árbol ceiba que están los distintos pueblos indígenas y los pájaros que anidan en él hablan todas las lenguas indígenas. Entre sus hojas están los cantos, rezos, instrumentos musicales, los vestuarios e implementos de cocina. El Mariri atrajo hacia el árbol ceiba a los espíritus buenos y al os espíritus malos de los seres que existen en la tierra. A medida que el árbol iba creciendo, el Mariri cantaba y rezaba atrayéndolos.
-He aquí el árbol de ceiba, árbol sagrado que entre tu follaje dejaré para siempre la sabiduría y vivirán los espíritus buenos y malos. A continuación fue nombrando todos los animales, todos los pueblos indígenas, todas las costumbres. Cada vez que nombraba, lo nombrado cobraba vida. Entonces vino Káali (el viento) y sopló llevando las semillas por toda la tierra. En el hogar ceiba, una vez se formó una pelea entre suegra, nuera y cuñada porque la nuera que era la hermosa golondrina se le quemó el casabe quedando sobre la torta unos punticos negros que parecían granitos de ajó molido. De allí en adelante la suegra hablaba mal de la nuera. Un día, la golondrina estaba muy brava y, sin pensarlo, agarró la cerbatana y la puya envenenada con curare y mató a su suegra. Días después la cuñada se vengó de la muerte de su mamá. Fue al conuco a buscar yuca brava y le sacó el yare (que también es un veneno fuerte). Cuando formaron el círculo en la churuata para comer toda la familia junta, aprovechó para darle yucuta mezclada con el veneno yare a la golondrina quien se lo tomó y quedó inmediatamente muerta. El sabio Mariri no pudo salvar a estas dos mujeres ya que el veneno curare y yare son demasiado fuertes. Esas dos mujeres eran hablantes del idioma warekena: con su muerte por el odio se puso en riesgo de extinción sus palabras. Mariri había guardado en el árbol ceiba unos retoñitos de hablantes. Éstos que fueron conservados son los pocos que quedan en la tierra. Por eso hay que sembrar muchos árboles de ceiba para salvar al mundo: las figuras de artesanía y sus significados, las hierbas pusana, los métodos de siembra, los fenómenos del clima, los astros y universo.


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